(Para ella)
Decían que las cucarachas sobrevivirían incluso a un holocausto de
madera.
De humo entre las cenizas y
vómitos por las rendijas, indecisas.
Rebosarían de entre los muertos, como cementerios de cojines y piensos.
Como estandartes de ancestros.
Mi alma, lo siento.
…
Qué es el compromiso.
Una mujer entró en
una tienda y compró una sopa de miso.
Pagó con dinero
social.
No le importó la suciedad,
era visual el compromiso.
Era para los demás.
Brillantes aparcacoches en nuestra mansión de jade, con gotas de champan chorreantes como mares, con perlas de alabastro de invitados y madrastras constantes, ofreciente canapés de ganso.
Me miraba a la imagen
que reflejaba mi cristal.
Era inhóspita,
electrizante, vacía, pero llena de escarcha y de orgias.
Era inquietante como
un lápiz azul, tan bello, pudiera iluminar facciones desechas por el viento.
Huracanes en mis
adentros.
La confianza se la
lleva el viento.
Mi alegría consternada
por mirarme en la vida.
Lo siento dulce rosa,
margarita de los campos, amapolas son tus labios.
Avestruces en
cornisas, golondrinas con anginas.
Escapar por
callejones de mugrientos nombres y tomarte un sorbete de limón ,con arena del
coche, miramientos de reproche, agonía por tu broche, malparados de la noche.
Las vidas se
entrecruzan, delimitan, se amoldan a las vías, pasan los trenes arrolladores y
destruyen las arterias de las mismas, muy precisas, con contratos y premisas.
Esto es compromiso.
Te compro una sopa de miso.
Te la regalo.
Espero que me
devuelvas el agrado.
La lealtad es royal, es
un caramelo con sabor a sal, a encinar, a marsupial corriendo por llanuras de
plexiglás.
Lealtad es hermana
del corazón, fueron princesas del valle, hoy sombrío y esquivo, ella necesitó
escapar.
El compromiso tomó el
lugar.
Dime, ¿cuándo es
cuando dejas de cantar?
¿Cuándo dejaste de
soñar?
¿Miraste tus pies
sobre el alfeizar?
¿Te afeitaste las
orejas?
¿Te sentiste rea?
Yo lo vi en la
prensa, más bien en la ausencia de esta, locura locuaz que hace garabatear
ventrículos en los rincones de la felicidad plástica y esquelética, monigotes
con tetas.
Millones de hombreras
son siervas, pregúntame por mi perra, la hiedra.
Los mordiscos de
basilisco te recuerdan a los andares de los ricos, poderosos lunares en lugares
prohibidos, alimento de carnes, hoy te huelen a podrido.
¿por qué conozco el
paradero?
Porque yo los he
mordido.
Tu pelo por la cara
me ha caído, he llorado, pero no he gemido.
He compartido.
La lealtad me ha
perdido, la mano me ha cogido y en abismos he caído.
Tu anillo en desafío.
Confiarte a un ciego, con palo y con vahído a
cruzar la calle oscura es temerario y es sentido.
Esperaste encontrarme
en la acera, parca ratera, verme compungida.
Lo leal sale de
dentro, como algún que otro sentimiento, tragármelos y te miento, no quiero
sufrir el intento.
Nada tuve yo adentro,
lo vuestro, telón, remiendo.
Aparcada en el
aparcamiento, comiéndome mis sedimentos, llorando en pavimentos y recogiendo flores
de muertos.
Me duele contarte
esto.
No eran vuestros los
lamentos, eran letargos del tiempo.
Nostalgia que me trae
el viento.
Inexistencia del
pretérito perfecto, dolor en mis adentros, y veros morir inciertos.
A ambos yo
os quiero.
Chorradas de
salinero, en aguas ajenas no nades dentro.
Sin embargo es todo
cierto, a ambos os aprecio,
¿dialogar lo que hay
dentro?
Tu, princesa del
hielo, congelas con fuego las ventanas.
Llenas la habitación
de fragancia e inundas los valles de alfalfa.
Entregas miradas a
vacas, y a los tuyos cucarachas.
Me se la historia
narrada, te cuento la más holgada.
Eres energía sin
canal, cemento en las sienes, sabor que no digieres y viento bacanal.
Ardor estomacal.
Una sonrisa de tus
ojos puede ser malinterpretada, sin embargo amas al que camina a dos patas,
humano lo llamaban.
Centrar en tu tierra,
no son todas como esta, territorio de encinas, de vidas, palabras, galantería,
y Somalia contenida.
Me recuerda tu color
a un agua que me alimentó… lo amé en cuanto entro, me sacudió, y me alienó.
Compartes su candor.
Lo llamé casa, ese hueco
en el pecho era mi estaca, mi lumbre y mi pan, mi llama. Le dedique amaneceres,
vidas, bienes.
El amor no es solo lo
que se tiene.
El amor, escapada por
tus dientes, por senderos intransigentes.
Palabras que abrochan corrientes, desatan
tridentes y rodaran, concernientes, cabezas por la pendiente.
Hablar es de
valientes.
Yo creo solo en
miradas pudientes, y decir lo que sientes.
Aquí somos videntes.
Me inhibo el disfrute
por tenerte presente.
A él no le puede, es más fuerte su saliente.
Quizás sea más
resistente, residente del pasado que abandona su cama por un vente.
A mi no me sale el
cuchillo, la lealtad me tira al rio.
Me siento concisa y
me resfrío, acuclillada en el olvido.
No son falsas mis palabras,
solo que salen del caserío.
Ni me fio ni me rio.
Yo te quiero, y ver
contenta.
Circuitos de amor y
odio son el mismo.
Recalcar lo que digo:
lealtad o compromiso.
Una es una entrega
social, y la otra viene de uno mismo.
Yo me entrego a tu
raciocinio, invadiendo tus vestigios, con mis ojos, precipicios.
Espero que entiendas
lo que te digo, pues solo sensaciones he trasmitido.
Él cumplió el
tratado, jamás ha cobrado, pero
¿realmente encuentras
en eso agrado?
Compromiso es de lo
que hablo.
La lealtad en un
tejado mirando a todos lados, no llorar por no entendido, encender antorchas y
apagar ombligos.
Unos días de verano
que recuerdas del pasado, fueron puros, fueron tuyos, fueron mansos, fueron vagos.
Hoy recuerdas los
desgarros, llorando lagos.
Fueron bellos
equilibrios que cayeron, ruidosamente por el friso de la noche, se besaron y se
volvieron broche.
Los recuerdas como anoche.
Sin embargo hoy solo
ves esos ojos de alabastro, que no te permiten indagar en los pasillos, antes de
castillo compartido.
Se que hablo lo que
digo.
Lealtad, malentendido.
Lealtad no es ser
sumiso, ni compartir la sopa ni el guiso.
Lealtad fue un castillo de cristal, que se
tornó leche con cola cao, y luego un café manchado.
Lo llamaron basura
del espacio, moñiga de vaca, diarrea cuántica.
Vacos.
Lealtad degenerada en
su uso ambiguo, intentando adaptarlo al compromiso, ese feo primo frio.
Mi proyecto es que te
cures, que te quites la barrera de cemento, que grites a los cuatro vientos el dolor
que llevas adentro.
En lo que te he dicho
no miento.
Sin embargo no hay
fechas ni momentos, son solo sentimientos que llegan de los adentros.
Un te quiero para ti,
un espejo de tus ojos en los que me vi.
Un lastimero sollozo
por lo que perdí.
A él un contacto que me devuelva a la realidad.
Lealtad al estilo Don
Juan.
A vosotros, joder, a
vosotros no se que regalaros.
Me hubiese gustado un
lago, con cisnes y barcos, para disfrutar del aire, del mundo, del rumbo, del
amo.
Estar yo cantando.
Disfrutar al veros
vagos y tirados sobre la hierba, nadando.
Supongo que es en
vano.
Disfrutar por cada
lado, haceros sabios y en la bahía, tras la lucha interna, reencontraros.
No aseguro trayecto
en barco, ni aseguro proyecto en blanco.
Nadie dirige la
aseguradora, el tiempo, timonel o farola.
Podridas, maduras o crudas, las frutas que
devoras.
Saber sin embargo que
soy parte del entramado, con letra pequeña al lado.
Lo siento por el mal
trago, pero no serví yo los vasos.
Si me quieres
preguntar, hazlo.
.
(Para él)
Por qué escribo, si sabia que ella jamás lo leería.
No me lo permitiría.
Lealtad que se sirve fría.
Lector, receptor de esta Artemisa.
Estrategia poco prevista.
Sin embargo es lo que pienso.
Lo siento el desconcierto, el asustarte si me pierdo.
…
Lo servimos en vasos fríos,
cada uno desde su piso.
Te lo envío porque
esta la opción de lo desconocido.
No entiendo la marca
del bicho, me muerde y recapacito.
A veces es difícil
saber si te piso, tu juego y tu alijo.
Me complico.
Conejo al ajillo.
Cartas sobre el
banquillo y mirar tras los visillos.
El tigre enjaulado
fue tendido entre mil manos, avasallado y comprendido por los mas lejanos
allegados, sus hermanos.
Agitaron su jaula en
vano.
Intentaban
contrariarlo y sacarlo del letargo.
Sin embargo el andaba
cómodo en su jaula viendo tras los barrotes los tiernos brotes.
Quería carne y
garrotes.
El tigre de mi noche.
Mi amigo el de los
reproches.
¿Es que ya no la
quieres, es que ya no te afecta?
¿Es que olvidas como
quien se le cierra una brecha?
Yo entiendo bien mi
sitio, sin embargo me encuentro nadando en el rio, sin manguitos.
Yo no te quiero
incordiar, nisiquiera sonsacar.
Simplemente que si te
quiero tranquilizar he de saber a donde mirar.
Gulitas y champan.
Reír al son, compás.
Dejarme en tu coraza
entrar.
Dejarte de agarrar.
Llover y soltar.
Saltar y volar.
Falar.
Bailar.
Follar.
¿No te asusta cantar
demasiado?
¿Que las palabras te ahoguen
a borbotones?
¿Negar lo negado?
¿Esconderte en lo
sano?
Sacarte del lago y
encontrar huesos flotando.
Huir de la noche como
el calor del verano.
Rogar que te rescate
un barco, a nado.
Hundirte en un banco,
de arena y rodar como cantos, de avena.
Orando.
Orfeo, ¿no te darás
la vuelta ante mis ojos?
No soy Eurídice.
No soy yo a quien
persigues, solo recojo.
¿Crees que te cubriré
de hinojos y adversidades como cojos?
¿Siempre saltas de
piedras a trampantojos?
¿Crees que las nieves
echan sal a su antojo?
Inundas cuadrados y
pies en remojo.
Círculos como tus
ojos.
Cámara en mano,
rastrojos.
Tu duelo en un pozo.
Sollozo.
Un búho en la noche te entrega una brújula.
El sol alumbra.
Tu pecho se tumba.
Anidan babuchas.
Tus pies a la ducha.
¿me escuchas?
No soy Eurídice.
A ella la dejaste en
la ultratumba.
Date la vuelta a ver
si te escucha.
Después sal del Hades
y aúlla.
Soy Perséfone, la de las dos caras, la bella y la sádica.
La de las doce
pepitas de la granada.
La reina de las
balas.
De los muertos y sus amadas.
Mis normas, gentiles alas.
Sin embargo te pondran
trabas.
El contrato del que
te hablaba, Orfeo, es caimán y encarnizada.
Sin mar no hay balada.
Madurez, sinceridad y
ensaimadas.
Doblegar la fuerza
que te amansa.
Sentir los pies en la
balsa.
Mar adentro,
comparsa.
Una madre que te
abraza.
Date una ducha.
Basta.
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