Escritos

lunes, 28 de abril de 2014

Alexitimia


Y me encontré perdida, y no supe hacerme oída.
Y comprendí los pasos, pero jamás vi el camino.
Entendí los silablos, pero no pronuncié palabra.
Me convertí en ganso, me convertí en piel.



Los faros guían barcos, pero ¿quién guía al mar?, ¿quién despierta al farero a medianoche?, 
¿de qué se alimentan las gaviotas?
 ¿a que huele la brisa?
Reconóceme en la misa… ¿reconoces mi sonrisa?
Dispares de la mirada, simplemente odio las palabas.
Seria fácil explicar con contornos, con hechos, con mariposas.
No inmutarnos por las pautas y los puntos.
De por medio habitan los miedos, y los estatutos, y los tratos de los antiguos, nada tendremos que ver, pues nada veremos.
Antaño se hizo amanecer, mirando al horizonte, convergen las horas, habitan los días, nidos de anguilas entrelazadas con las olas, nietos de orquídeas.
Violines a medianoche, escarpias en los coches, livianas notas pastan entre orejas y broches.
Me alimentaba de cobardes para creerme voraz lobo, intentaba mutilarme al mirarme con decoro, a los ojos, pues delataban lo escondido e intentaba cohibirlos. 
Me inquietaban las entrañas, quisiera escucharlas.
-¿Vos aquí?
-Estoy allí, ¿no me ves?
-No alcanzo.


Deduzco barreras que no tengo, implemento fronteras de países no existentes, me siento que me mienten, me duele en los peldaños de mi ser, me inquita cualquier sensación similar, más plano que el cantar, solo entonces se me inquietan las vertebras, y me amolda el sentir a la razón, presente en los sueños incluso cuando duermo.
Déjame.
Déjame
Déjame irme…
Me voy
¿Dónde estoy?
Alicia en el balcón.
Infinita precaución incontenida, en casa me encuentro.
Aquí estoy, donde habito, dentro.
Constante parafilia, mortificación infinita, preocupación por nada serio.
Mas que el siento.
Sentir.
Mi grito por la ventana, mis orejas enrojecidas, descripción de lo primitivo mediante murmullos.
Yo no siento, yo veo.
Me duele el mero pensamiento.
Un maullido de gato, un paso que cruje, esos son mis sentimientos, tienen plasmación en el mundo, pero no dentro.



Me siento, ofendida y extraña, sobre una silla, y siento la brisa llorar por mis tejados. Animo a verter, sobre la mesa, los eructos de asco que adentran punzantes mis ojos, lamentos de enojo.
Convaleciente, sentada, el sentir es placer cuando se concibe desde dentro, bisagras del siento, te veo, ventana.
Te cuento mis traumas, te invito a la charla, mas no seas cauta en tus bobadas, me las invento.
Te cuento mi cuento, reviento y empiezo, lo siento que sienta la seta del miento.
Sentimiento.
Mientras tanto converjo entre luces y luciérnagas, entre efímeras farolas de piedra. Malinterpreto tus palabras porque veo sus raíces, zanahorias encubiertas, ver piel en las perdices.
Y los talones, los del héroe, Piro como el fuego, como las nieves.
Daño entre tus sienes y entre tus fieles, fogosa plenitud la que viertes.
Alucinaciones momentáneas de claridad infinita.
Perspicacia la tuya cuando me escupes, álgida hiedra de melancolía, que invades mis ensoñaciones y mis realidades, las encubres con metástasis y las aludes, las haces ataúdes, las cubres con aludes y te vas.
No me saludes.


Incapaces de entender que me adapto como el agua a los jarrones, me derramo por la mesa, cascadas sobre balcones.
Me congelo si me aprietas y evaporo si veo metas.
Me trasformo en comediante si me enseñas las tetas.
Incompleto veo el todo, si no me das cuerda, necesito atármela y verla, usarla como cometa.
Lavadoras de memorias y de páginas escritas a dedo, de plumas en halconeros y de muertas en cementerios, vertederos de camisas que entierro.
Desembucho a todas horas las palabras mal seductoras de artemisas extintas, altruismo de cazadora.
Mal interpretadora, me incentivas a cederte ambas sillas, la de arriba y la de amiga, te mereces todas vivas.

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