Y
me encontré perdida, y no supe hacerme oída.
Y
comprendí los pasos, pero jamás vi el camino.
Entendí
los silablos, pero no pronuncié palabra.
Me
convertí en ganso, me convertí en piel.
…
Los
faros guían barcos, pero ¿quién guía al mar?, ¿quién despierta al farero a
medianoche?,
¿de qué se alimentan las gaviotas?
¿a que huele la brisa?
¿de qué se alimentan las gaviotas?
¿a que huele la brisa?
Reconóceme
en la misa… ¿reconoces mi sonrisa?
Dispares
de la mirada, simplemente odio las palabas.
Seria
fácil explicar con contornos, con hechos, con mariposas.
No
inmutarnos por las pautas y los puntos.
De
por medio habitan los miedos, y los estatutos, y los tratos de los antiguos,
nada tendremos que ver, pues nada veremos.
Antaño
se hizo amanecer, mirando al horizonte, convergen las horas, habitan los días,
nidos de anguilas entrelazadas con las olas, nietos de orquídeas.
Violines
a medianoche, escarpias en los coches, livianas notas pastan entre orejas y
broches.
Me
alimentaba de cobardes para creerme voraz lobo, intentaba mutilarme al mirarme
con decoro, a los ojos, pues delataban lo escondido e intentaba cohibirlos.
Me inquietaban las entrañas, quisiera escucharlas.
Me inquietaban las entrañas, quisiera escucharlas.
-¿Vos
aquí?
-Estoy
allí, ¿no me ves?
-No
alcanzo.
Deduzco
barreras que no tengo, implemento fronteras de países no existentes, me siento
que me mienten, me duele en los peldaños de mi ser, me inquita cualquier
sensación similar, más plano que el cantar, solo entonces se me inquietan las
vertebras, y me amolda el sentir a la razón, presente en los sueños incluso
cuando duermo.
Déjame.
Déjame
Déjame
irme…
Me
voy
¿Dónde
estoy?
Alicia
en el balcón.
Infinita
precaución incontenida, en casa me encuentro.
Aquí
estoy, donde habito, dentro.
Constante
parafilia, mortificación infinita, preocupación por nada serio.
Mas
que el siento.
Sentir.
Mi
grito por la ventana, mis orejas enrojecidas, descripción de lo primitivo
mediante murmullos.
Yo
no siento, yo veo.
Me
duele el mero pensamiento.
Un
maullido de gato, un paso que cruje, esos son mis sentimientos, tienen
plasmación en el mundo, pero no dentro.
Me
siento, ofendida y extraña, sobre una silla, y siento la brisa llorar por mis
tejados. Animo a verter, sobre la mesa, los eructos de asco que adentran
punzantes mis ojos, lamentos de enojo.
Convaleciente,
sentada, el sentir es placer cuando se concibe desde dentro, bisagras del
siento, te veo, ventana.
Te
cuento mis traumas, te invito a la charla, mas no seas cauta en tus bobadas, me
las invento.
Te
cuento mi cuento, reviento y empiezo, lo siento que sienta la seta del miento.
Sentimiento.
Mientras
tanto converjo entre luces y luciérnagas, entre efímeras farolas de piedra.
Malinterpreto tus palabras porque veo sus raíces, zanahorias encubiertas, ver
piel en las perdices.
Y
los talones, los del héroe, Piro como el fuego, como las nieves.
Daño
entre tus sienes y entre tus fieles, fogosa plenitud la que viertes.
Alucinaciones
momentáneas de claridad infinita.
Perspicacia
la tuya cuando me escupes, álgida hiedra de melancolía, que invades mis
ensoñaciones y mis realidades, las encubres con metástasis y las aludes, las
haces ataúdes, las cubres con aludes y te vas.
No
me saludes.
Incapaces
de entender que me adapto como el agua a los jarrones, me derramo por la mesa,
cascadas sobre balcones.
Me
congelo si me aprietas y evaporo si veo metas.
Me
trasformo en comediante si me enseñas las tetas.
Incompleto
veo el todo, si no me das cuerda, necesito atármela y verla, usarla como
cometa.
Lavadoras
de memorias y de páginas escritas a dedo, de plumas en halconeros y de muertas
en cementerios, vertederos de camisas que entierro.
Desembucho
a todas horas las palabras mal seductoras de artemisas extintas, altruismo de
cazadora.
Mal
interpretadora, me incentivas a cederte ambas sillas, la de arriba y la de
amiga, te mereces todas vivas.
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